de Mia Miranda, el Lunes, 10 de octubre de 2011, 17:01
Cogidos de la mano dibujamos un camino a través de la arena que desemboca en la orilla del mar,
ambos conocemos bien el impulso reflejado en el motivo que nos ha conducido a aquel lugar,
pese a que parecemos ignorarlo.
Un primer paso de tu esbelta figura me arrastra tras de sí hacia el agua,
nuestros pies quedan sumidos ante la calidez de un agua que acaricia nuestra piel.
Poco a poco me impulsas a adentrarnos en el agua,
te miro a los ojos y en ellos veo la pasión reflejada en un deseo
que nos mantiene inmersos en las caricias que bajo la superficie alteran nuestro sentidos.
Allá en la orilla, el rugir de las olas contra las rocas encienden tentaciones simulando una sinfonía imposible de imitar.
Caminamos hacia allí sintiendo en la mejilla esa brisa de un mar que parece querer despedirse de nosotros.
Ya en la orilla de nuevo, pareces flotar sobre las olas que se deshacen bajo tu mirada, sales del agua elevada entre mis brazos, encontramos un pequeño rincón recubierto por la arena entre las rocas, parece el momento idóneo, el lugar ideal.
Suavemente el suelo se va acercando hacia ti, te dejo tumbada en la arena con dulzura,
tus manos acarician mi pelo, tras una lágrima que pronuncia tu mirada surge el primer beso,
la pasión se desata entre abrazos y revolcones que descolocan la arena del suelo.
Y, lentamente, casi sin percatarnos del movimiento que realizan nuestras extremidades,
la ropa va desapareciendo, tumbada ante mí luce una simbólica figura que pretende enhebrar la luz de la luna
con la siniestra sombra del deseo.
Y tras el último y más apasionado abrazo me sientes dentro de ti,
Fue solo un segundo de mirarnos, un segundo de tocarnos y nos deseamos,
sucumbimos al deseo de poseernos, con tu fuego intenso encendiste al oscuridad que había en mis emociones
y prendiste la llama de nuestras más altas pasiones.
Pude ver lo que había dentro de mí, solo huesos secos, con sus recuerdos enmohecidos.
Recuerdos que dolían y desde el más allá me invitaban a huir de aquel lugar, de aquel momento.
Pero el sonido de tu voz, me sacó del trance me arrebató del pasado que me absorbía
de ese momento queriéndome robar tu pasión,
Fue tu voz, fue una palabra…TE AMO,…
Resonó en mi cabeza… y mi fuego se encendió. Por vez primera sentí el calor de tu mirada penetrando en mí, volaban los versos regocijados entre el fuego que abrazaba ese instante eterno.
Nada impedirá que te ame, que seas mío.
Porque solo pasión corre por mis venas en esta noche.
Fue capricho del tiempo, capricho del destino,
Que decidamos abandonar por un momento, nuestras oscuras vidas
para entregarnos a sentirnos vivos otra ves.
Recorro tu cuerpo con pasión deseo y firmeza,
haciendo lo que tu imaginación y tu boca balbucean con dulzura.
Mi fin es llevarte a la locura, recorrer senderos casi olvidados…
Darte sensaciones nuevas mientras la brisa secaba nuestra transpiración,
Y el ruido del mar apagaba nuestros gemidos.
Dejarte explorar mi cuerpo, abandonarme a las sensaciones….
Escucharte murmurar palabras de pasión tomando el control, todo el tiempo
Me llevabas, me llenabas eras mi dueño, me poseías…
Despertaba frenética pasión , la idea de ser tu esclava..
Sumisa a tus antojos y deseos, sumiso a mis provocaciones.
Sentirte dentro de mí, llegar al placer infinito… incomparable.
Sentir tus gemidos, sentir los míos, completar el ciclo.
Apagar el fuego que en un momento las palabras han encendido.
Descansar abrazados, cubiertos por las estrellas, solo después de tantos besos
Un te amo, nos murmuramos, un te amo… y solo nos venció el sueño…
quedamos rodeados por la noche....la luna , el mar. el deseo.
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